Inteligente y sensiblero Dima
Mucho ha dado que hablar desde el sábado la victoria de Dima Bilan en el festival de Eurovisión. Escribir estas líneas con cuatro días de perspectiva permite distanciarse un poco del ‘calentón’ del momento, aunque tampoco demasiado, pero sí se puede ver la victoria/derrota desde otro punto de vista. ¿Verdad chiki chiki? ¿Verdad España? ¿Verdad Buenafuente? ¿Verdad eurofans?
A lo que voy. De lo visto el sábado, me quedo con que no ganó la mejor canción. La canción que ganó no era mala, no era de las malas, por supuesto que no, pero no era la mejor. Cuando el año pasado los medios se enzarzaron en la típica disputa de la votación vecinal, el poderío de los medios del Este… al menos siempre me quedaba el consuelo de que había ganado la mejor canción (Molitva, y en ediciones anteriores, la Paparizou o incluso los Lordi –si, se cómo se escribe, no va a venir a darme clases nadie ahora- que quizá no fuesen los mejores, pero los que mejor se lo montaron), independientemente de que el top 10 estuviese copado por los países del Este.
Sin embargo, la victoria de este año me preocupa más, ya que demuestra, sobre todo, el fracaso del sistema de votación, y el éxito del implantado en las semifinales. El pasado martes, Dima Bilan quedó tercero en la primera semifinal, en la que no votaban todos los países satélite rusos. Pero el sábado se llevó la victoria. ¿Lo hizo mejor? ¿El público cambió de opinión? No, simplemente una decena de ex repúblicas soviéticas votó, sistemáticamente, al representante ruso. Es una tendencia que ya vimos en años anteriores (segundos en 2006, terceros en 2007…) pero que nos había importado menos porque, por ejemplo, la canción de las Serebro el año pasado es excepcional. Este año ha habido más canciones votadas por mayor número de países, (véase Grecia, o Ucrania), pero como no consiguieron tantos 10 y 12 de tantos vecinos… pues se han quedado sin el triunfo.
Vale que ‘Believe’ tiene calidad, pero no es una canción ganadora, desde mi punto de vista. Ni tampoco lo fue en su día el tema con la sorpresita del piano (que me pareció terrible, sencillamente). De hecho, hubiera metido al Dima en el piano y lo hubiera dejado ahí dentro. Ni uno ni otro merecieron estar tan arriba. Y luego está el, que despierta antipatías allá donde va. Ya nos confirma nuestro Dani en sus eurocrónicas que estuvo bastante borde en el fin de fiesta eurovisivo… algo que ya nos imaginábamos. Prefiero quedarme con sus fotos ligerito de ropa, que esta semana están dando la vuelta a Europa.
Lo que no se le puede negar es que es inteligente y que domina la situación. Sabe que su cuerpo, que su cara, vende, y por eso se quitó la camisa cuando no venía a cuento. Le reconozco que apareció tumbado en el escenario, controlando la puesta en escena, seguro de sí mismo, y que incluso así, llamó la atención. Pero también se llevó a dos reclamos con él para asegurarse el voto de todos sus vecinos. El tema es bonito, sí, pero para mitad de tabla. Se me ocurren 10 mejores en la final del 2008.
Lo siento por tu tema sensiblero Dima, aunque te de la enhorabuena. Y a la EUR, no nos queda más que pedirle un cambio en el sistema de votación de la final (como me dijo ayer Seben, que gane el país que es más votado por todos, o como dijisteis, que del 1 al 7 lo de el televoto y los 8,10 y 12 los de un jurado-GRAN PROPUESTA por cierto) porque si no, tendremos Moscú’09, Moscú’10, Moscú’11… y así sucesivamente.
Y no me queda otra que poneros de nuevo la canción ganadora. Me sabréis disculpar. Mañana, que se prepare otro ‘gran nombre’ de esta Eurovisión.
Believe