Violín gay
Mi hermana es fiel lectora de 'El jueves' y yo cuando vengo a veces suelo ojear los números atrasados. Pues bien, ayer cayó en mis manos un ejemplar que incluía un cómic que hacía una parodia de Eurovisión de este año. Hablaba, cómo no, de las barbas del coro francés, del abuelo de Croacia (muy buena la crítica, si señor) y de Dima Bilan, diciendo que había ganado un conjunto de estereotipos homosexuales, al llevar sobre el escenario a un chico guapito (que vale), a un violinista y a un patinador.
Ahhhh... pues ahora me entero yo de que un violinista y un patinador son dos iconos homosexuales. Me debo estar perdiendo algo, pero miedo me da pensar en las olimpiadas venideras o en los conciertos de la filarmónica de Viena!
En fin, ahora entiendo por qué dicen que Eurovisión es un certamen muy gay, claro, con la cantidad de violines que vemos en cada edición... Y es que hay algunas actuaciones que abusan de ellos un montón, como hizo la albanesa Ledina Celo en Kiev 2005, que nos sacó un coro con unos violines de plástico, más falsos de judas, que eran para matarla... ¡qué elemento más horroroso! Es el claro ejemplo del 'poner por poner', porque ni tenían cuerdas, ni se hacía ademán de tocarlos... ¿para que coño los quieres entonces, Ledina?
De su actuación siempre recordaré cómo iba quitando los tapetes a las mesas-camilla/violinistas/gays según 'El jueves', su melena rubia, y... volviendo al coro... ¿quién les hizo bailar dándo ridículos saltitos de esa forma? Terrible.
En cuanto a lo que es la canción, reconozco que musicalmente me gusta cómo comienza, e incluso el resto, no se me hace desagradable del todo... y el grito del final no está mal... pero los saltitos me lo estropean todo, lo siento... ¿Dónde le quedó la gran Anjeza a este país? Feliz domingo.
Celebrate the dance with me...