viernes, 14 de noviembre de 2008

Peace will come?

No, no me he encontrado estos días con las Mekado, ni con Corinna May, ni con supermegaMichelle, con lo que me hubiera gustado. Comentar con ella las últimas tendencias en algodón de azúcar o en formas de intentar suicidarse no hubiese tenido precio. Ni con las chiquitas de este año, que siguen yéndose de vientre, según creo, ni con las No Angels, ni con Stefan Raab ni con nadie. Tampoco es que me haya dado mucho tiempo. Estos días de ausencia los he pasado entre entrevistas, conferencias y… en el aire, que he volado más que lo hiciesen en su día los Sooch, qué cansancio!

Vivan los aeropuertos, y los aviones. Siempre me han gustado, pero después de estos días de trajín, ahora me dan un poco de pereza… y eso que en 10 días vuelvo a coger otro! Esto va por temporadas. Así las cosas, me apetece un fin de semana tranquilito, de los de manta, sofá y paquete de palomitas… (durante el día, claro) y por qué no, realizar un visionado del ESC 2008, que la verdad, desde que me llegó el DVD tampoco es que haya podido dedicarle tiempo.

Una de las actuaciones que me apetece poder analizar es la de la georgiana. Desde que el año pasado Sopho me robara el corazón, siento predilección por este país que el año que viene, previsiblemente, no pisará el suelo del festival. Cuando ganó la preselección de su país la invidente Diana la canción, que fue bastante criticada, a mí me pareció que se dejaba escuchar. Vale, sabía que no iba a ganar y además pensaba que quedaría peor que su predecesora…

Sin embargo, el voto vecinal y sobre todo la impactante puesta en escena le hizo llevarse el gato al agua, al menos en lo que a record nacional se refiere. A mí lo del cambio de negro a blanco me parece sencillamente una de las mejores escenografías que se han llevado a cabo en los últimos años. Nadie se lo esperaba, los bailarines esos que a ratos parecen impostados, que no se sabe qué hacen con la estática Diana en el centro, que dan golpes en el suelo y oh! Sorpresa, todo cambia de color.

Incluso la cantante, que por motivos obvios no puede hacer demasiado sobre el escenario, aparece con un vestuario completamente renovado (menos mal, porque la casaca negra esa era terrible). La canción parece un canto a lo que iba a pasar meses después entre su país y Rusia, pero casualidades aparte, me parece un tema que ni siendo balada ni siendo pop, queda a medio caballo para dejar una sintonía agradable y, sobre todo, un estribillo que se pega. Y en el fondo eso es lo que cuenta.

Aunque la voz de la cantante (sobre todo el tono) a mí no me convenza demasiado, creo que fue una digna representación que debía estar en la final. Eso sí, no merecía quedar mejor que Sopho ni más alto que joyas como Islandia este año...
Me gusta la postal y el mensaje... bueno, tan pacifista que resulta poco creible... casi casi parece israelí. Buen viernes!

Peace will come?...