domingo, 9 de septiembre de 2007

Sencillamente Jill

Me hago mayor? Ayer a la una y media me entró un ataque de sueño y me tuve que retirar a mis aposentos, casi sin haber bailado media canción y sin haber escuchado ni un eurotema en la noche madrileña. Hacía mucho que no me pasaba eso, pero las alarmas han saltado, hay que estar atento. Si se vuelve a repetir, habrá crisis.

Seguro que estuvo motivado por el día agotador de ayer con la obra en casa (ya que da poquito, pintar y ya está), y por el mosqueo que me pillé tras el intento fallido de hacer una entrevista que ya tenía concertada, pero no deja de ser preocupante. ¡No me dejéis caer en la decrepitud! Hoy, como cada domingo, reservamos este espacio musical a un tema con calidad para pasar el día de ¿resaca? (no en mi caso) con mayor tranquilidad, a ver si no se acuerda uno de que mañana hay que madrugar.

Cuando un eurofan desea algo, sus deseos se cumplen, tarden más o menos en materializarse, que lo sepas Nils. Así que cogiendo un vuelo charter directamente desde Estocolmo se ha presentado esta mañana en el salón de mi casa Jill Johnson, dispuesta a dar lo mejor de sí misma, como ella sabe bien.

Y es que su Kärleken Är sea posiblemente una de las canciones más perfectas que nos dejó el festival en los años 90 desde el punto de vista musical, orquestal y vocal. La canción tiene calidad y tiene un halo ganador que lamentablemente no vieron los jurados o telespectadores que pudieron probar, por primera vez en la historia del festival, el televoto desde sus casas, allá en Birmingham'98.

Jill quedó décima, pero su entrada mereció ser un top 5 (o más) con casi toda seguridad. Si su interpretación en UK me gustó, casi prefiero si cabe la del Melodifestivalen (cuando este todavía no movía a las masas), pues su voz sobresale mucho más sobre las del coro, con una fuerza impresionante pero sin que se note que a ella le cueste trabajo. Es decir, su voz tiene esa potencia y punto. También me gusta más el vestuario y el peinado de la final nacional, dónde va a parar (si casi parece adelantarse a su tiempo para imitar el recogido de las Serebro!). Sencilla a la par que elegante.

Sin embarto, en el festival tampoco salió mal y creo que el vestido negro era acorde a la canción, así como la iluminación del escenario. Sobrio para una balada con fuerza. Quizá la única pega que le voy a poner es la elección del coro. Cada cual de su padre y de su madre, a cada cual menos visual, por decirlo de algún modo. Si esas eran las mejores voces, Jill, que no les hubiera enfocado el realizador de la BBC, que no hacía falta.

Anyway, quizá algún día decidas quitarte el amargo sabor de boca de tu paso por el ESC y honrarnos con una nueva participación. Que sea un temazo así, por favor...


He leido en algún sitio que la canción estaba dedicada -subliminalmente- a la princesa Diana de Gales, muerta meses atrás y aprovechando que el festival se celebraba en UK. Pero ni idea...